jueves, 28 de junio de 2007

Y la muerte...



El alma.

Vibrando en la noche suya
ardientes lágrimas tempranas
sintiendo la pena amarga
apenas aún presentida.

El corazón.
Lloviendo las dudas nacidas
bajo la luz antaño marchita,
muriendo la ausencia temida
ante la eterna sabiduría.

El amor.
Nacido en un infinito día
cuando la vida se le moría,
apagando la luz del sol
con el llanto de su agonía.

Y la muerte…
Dulce, temible y amiga,
con la promesa tácita y fría,
curando todas las heridas
de su alma, su corazón, de su vida.


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